Metamorfosis
La llegada de Paco Jémez para entrenar a la UD Ibiza, tras la destitución de Pep Lluís Martí, ha devuelto la ilusión a la afición celeste, que lo recibió con honores en su regreso. Aunque parezca sorprendente, el equipo ibicenco parece otro con la incorporación del experimentado técnico. Sólo ha bastado un partido para comprobar que la metamorfosis era posible, a pesar de que pareciese una quimera. La victoria frente al Marbella este sábado, por 2-0, abre una nueva etapa llena de esperanza en el club que preside Amadeo Salvo. Este Ibiza parece otro, pero sólo ha sido el punto de partida.
En su nueva etapa al frente del Ibiza, Jémez dirigió su primer entrenamiento el pasado jueves. El sábado se enfrentaba a un estreno que estaba lleno de dudas, pero que su equipo se encargó de despejar desde el primer minuto. Orden, colocación en el campo, posesión de balón con intención, valentía, varias marchas más en la circulación del balón, máxima intensidad y determinación total fueron las señas de identidad de una escuadra que en los partidos anteriores no había dado muestras de la calidad que atesora. La etapa insulsa y anodina de Martí empieza a quedar atrás, aunque falta mucho trabajo por delante. Sin embargo, el estilo pasa a ser el del fútbol ofensivo y atrevido. Empieza una nueva era.
Aunque ni el mismo Jémez sabe dar respuesta a cómo su equipo ha podido cambiar de la noche a la mañana, en apenas 24 horas. El técnico lo comentó en la rueda de prensa postpatido, en la que tiró de inteligencia y le atribuyó el mérito a sus futbolistas, asegurando que él no ha tenido tiempo de cambiar nada. Una inteligente forma de ganarse a su plantilla, a la que, eso sí, también volvió a mandarle un mensaje diáfano y cargado de ambición. El míster dejó claro que va a exigir lo máximo a los jugadores, algunos de los cuales, que estaban llamados a ser los pesos pesados de la plantilla, no estaban dando su máximo rendimiento. Nadie se puede dormir a partir de ahora, porque el líder del equipo es el propio Jémez, a pesar de que los protagonistas del juego sean los futbolistas. Jémez no se esconde y desde el primer momento dijo que quieren y deben ser primeros, atendiendo al esfuerzo que ha hecho la entidad pitiusa para formar una gran plantilla, a la que le marcó el umbral se exigencia. Sin medias tintas. Atrás ha quedado ya el discurso de estar “lo más arriba posible”, como dijo Martí en alguna ocasión.
Lo cierto es que, con Jémez al mando, se cortó una racha de cuatro derrotas consecutivas. También se marcó más de un gol por primera vez esta temporada y, además, descorchó la botella el delantero Quique, quien logró su primer tanto como celeste. Lo mismo que Roberto Olabe, que se reivindicó sentenciando el choque frente al Marbella. Todo el mundo corrió, todo el mundo se desfondó y todo el mundo se entregó para la causa. Me vienen a la cabeza algunas preguntas ahora mismo: ¿Era sólo culpa del anterior entrenador? ¿Por qué los jugadores ahora parecen otros en el campo cuando son los mismos? Aunque me gustaría obtener respuestas, realmente da igual, porque lo que quiere ver el aficionado es que su Ibiza gane y juegue lo mejor posible. Y, jugando bien, siempre hay más posibilidades de vencer. Con Jémez, el barco celeste parece haber recuperado el rumbo, que no es otro que asaltar el ascenso a la Segunda División. La próxima parada, a domicilio en el campo del Sevilla Atlético.