Sin gol no hay paraíso
La UD Ibiza sufrió su primera derrota de la temporada y fue totalmente merecida. Fue ante el Mérida (1-0), a domicilio y con un golazo de Liberto en el descuento, pero los extremeños acumularon más y mejores ocasiones para llevarse los tres puntos. Y de no haber sido por Ramón Juan, de lo poco salvable este sábado en los pitiusos, el marcador habría sido más abultado. Una vez más, los celestes exhibieron sus problemas de finalización de las jugadas y, por primera vez este curso, se quedaron sin marcar. Es cierto que del Ibiza que comenzó la Liga contra el Villarreal B al que ha jugado en el estadio Romano José Fouto ha habido una mejora. Pero no es suficiente. Lo bueno, es que hay tiempo para rectificar.
Afortunadamente, el Ibiza tiene un técnico que sabe de lo que va la cosa. Y que sabe a dónde ha venido y no se esconde. “Sí, bueno [el equipo] ha hecho un buen partido, pero creemos que tenemos que exigirnos más todavía. Creo que podemos exigirnos más. Y, sobre todo, en momentos puntuales leer mejor el partido. Pero al final tenemos que hacer gol. Estamos generando ocasiones, todavía debemos generar más por los jugadores que tenemos, pero no hemos sido capaces de materializarlas”, contestó el preparador mallorquín en rueda de prensa, tras una pregunta de uno de los periodistas asistentes.
Si se quiere subir a Segunda División no basta con ser un equipo aseado, correcto y sólido. Se necesita mucho más. Pero, sobre todo, se requiere mordiente en ataque, instinto asesino, como dice Martí. Y, actualmente, el Ibiza es un corderito en ataque, que tiene serios problemas para marcar. Cuatro goles es un bagaje extremadamente pobre para un conjunto que, por presupuesto y pretensiones, debe estar en la parte alta de la clasificación. De esos goles, sólo uno lo ha logrado un hombre con rango de delantero y sin serlo del todo, José Naranjo. El resto los han marcado laterales (Astals y Unai Medina) y un central (Guillem Molina, y de rebote). Algo está fallando. Y la responsabilidad no puede caer exclusivamente en Pau Ferrer, un joven de 20 años que se parte la cara, pero al que le está faltando acierto. Cuando descorche la botella se quitará presión. Estoy convencido. Y, además, creo que se lo merece. Él no debería ser el 9 titular de los isleños. Lo es por accidente.
En ausencia del esperado Quique González, que llegó muy tarde al equipo, hay veteranos suficientes en la plantilla como para dar un paso al frente y no transitar en los partidos como almas en pena. Hombres como Álex Gallar o Naranjo tienen calidad suficiente y fútbol a raudales para marcar. Pueden y deben dar más. Tienen que ser los líderes del equipo. No hay excusas. Un Ibiza en el que además del portero también destacó un Marc Doménech que debe ser titularísimo con los isleños. Su aportación en la medular siempre hacía mejor las jugadas de su conjunto que, dicho sea de paso, también necesita mejores prestaciones de otro baluarte como es Eugeni Valderrama. No es, ni de lejos, el de la temporada pasada.
Los de Martí jugaron una buena primera parte, pero en la segunda fueron más intermitentes e imprecisos en su fútbol. Se vivió en el alambre, con un Mérida que tuvo oportunidades muy claras. Los cambios, una vez más, llegaron muy tarde. Y lo que es preocupante, no sirvieron para nada, porque los que entraron no mejoraron a lo que se fue al banquillo y a lo que había en el terreno de juego. No hubo revulsivos. Y en el descuento, el golazo de Liberto hizo justicia y tumbó al Ibiza.
Eso sí, que no suenen las alarmas ya porque estamos en la jornada quinta. Queda un mundo y puede pasar de todo, como ha dicho también Martí. Supongo que la afición tendrá grabado a fuego lo que sucedió el curso pasado, con un Ibiza que empezó como un cohete y que se acabó estrellando en la segunda vuelta. Y, para los amantes de los datos, tras la jornada quinta de la 23-24 el Málaga era cuarto con 12 puntos y el Córdoba décimo con 6. Los dos acabaron subiendo a Segunda. Las cosas no son como empiezan, sino como acaban. A todos (o a casi todos) nos gustaría ver a un Ibiza arrollador, pero lo motivante del fútbol, como en la vida, también es superar obstáculos y crecer con el paso de las semanas. Ahí está el reto para Martí y para sus futbolistas. Sobre todo, para estos últimos, que al final son los protagonistas, para lo bueno y para lo malo, en esto del balompié. Que tomen nota y que demuestren que han venido a Ibiza para apuntarse un ascenso a Segunda.