Un punto en la mediocridad

 

Después de haberse cumplido siete jornadas en el grupo 2 de Primera RFEF aún no sé a lo que juega la UD Ibiza. Bueno, rectifico. Sí, que lo sé, y desgraciadamente es a nada. O a no perder, que es casi lo mismo. El empate de este domingo frente al Atlético Sanluqueño, sin goles, es un ejercicio de desgana por parte del equipo que entrena Pep Lluís Martí. Mejor sumar que no hacerlo, pero también es importante la forma en la que se hace. Y la imagen del bloque ibicenco en Sanlúcar de Barrameda fue penosa. Lo único más salvable hasta la fecha fue la primera parte del anterior fin de semana contra el Alcoyano, al que se le venció por 1-0. Un espejismo dentro de la mediocridad general.

 

Parecía que se podía poner un punto de inflexión tras la primera victoria en Can Missescontra los de Alcoy. Parecía que Martí empezaba a dar con la tecla. Parecía que se podía despegar. Sólo parecía. Hasta el propio Martí, que al menos no se esconde en las ruedas de prensa posteriores a los partidos, acabó desolado. Pero es él quien debe encontrar soluciones para que los futbolistas den su mejor versión. Es él quien debe exigirles, quien tiene que exprimirlos. Es el técnico mallorquín el encargado de ajustar las piezas de un bloque que, eso sí, es segundo clasificado, empatado a 12 puntos con el nuevo líder, el Real Murcia. Al final, en una plantilla de calidad, como lo es la de la UD Ibiza, se consiguen puntos casi por inercia. Pero no siempre va a sonar la flauta. Ya pasó en el anterior desplazamiento, frente al Mérida, en el que se cayó en el tiempo de descuento. Y pudo pasar también en Sanlúcar. Porque si alguien mereció llevarse el triunfo fue el Sanluqueño, que le puso más intensidad, disfrutó de mejores ocasiones y hasta fue privado de lanzar un penalti por manos de Escassi dentro del área.

 

En Sanlúcar, los pitiusos fueron un equipo plano, bien plantado en defensa, pero desesperante en ataque. La lentitud en la circulación de balón de este Ibiza fue tal que era imposible desordenar a un motivado Sanluqueño, que empezaba nueva etapa a las órdenes de Mario Fuentes (con Coke Andújar, exjugador de la UD Ibiza, mirando atentamente sentado en el banquillo). Que las ocasiones de un equipo que pretende subir a Segunda División se puedan contar con los dedos de una mano (y te sobren dedos) es para hacérselo mirar. Así no vamos a ningún sitio. Porque este domingo el rival era el penúltimo clasificado. Cuando vengan los adversarios de la zona alta no habrá nada que hacer si esto no cambia.

 

La primera parte del Ibiza fue un bochorno. A los que la vieran, que cada uno le ponga el calificativo que quiera. El castellano es un idioma muy rico y seguro que encontrarán uno. Martí, políticamente correcto donde los haya a la vez que sincero, lo reconoció a su manera: “Prácticamente no estuvimos. Perdimos todos los duelos, las segundas jugadas, las acciones individuales, los uno contra uno… No nos encontramos y tampoco tuvimos una ocasión. Con lo cual, es imposible ganar un partido sin tirar”, manifestó en rueda de prensa. Es tan básico como el abecedario.

 

En la segunda parte, el Ibiza igualó las fuerzas, cambiando a una línea de cinco atrás con tres centrales. Pero la mejoría no fue para tirar cohetes. No vaya a ser que nos dé un infarto de emoción. Lo justito para cubrir el expediente. Y así, también es imposible aspirar a grandes cosas. “El equipo ha controlado más el partido en la segunda mitad, pero aun así sin mucha profundidad, cosa que necesitamos para hacer algo. La primera ocasión ha llegado en el minuto 90. Hay que hacer muchas más cosas en la primera mitad para poder ganar un partido”, añadió Martí, que también habló de “personalidad” y de “amor propio”.

 

Mensaje directo a unos futbolistas que hasta la fecha no están dando todo lo que se esperaba de ellos. No hace falta dar nombres, que cada uno asuma sus responsabilidades y que sea honesto consigo mismo. Queda tanto campeonato por delante que la cosa puede cambiar mucho todavía. Pero lo cierto es que actualmente da una pereza terrible ponerse a ver un partido de la UD Ibiza, en la que no sólo el fútbol brilla por su ausencia. Faltan muchas cosas que son innegociables. Los futbolistas lo saben. Falta saber si tienen esa personalidad y amor propio a los que se refiere su técnico. Este domingo defendían el liderato. No sé si no es aliciente suficiente para los jugadores.

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