El Ibiza vuelve a las andadas
La UD Ibiza perdió este domingo frente al Ceuta (3-1) y encajó la segunda derrota en la era de Paco Jémez como entrenador. Los celestes jugaron una buena primera mitad, pero naufragaron en la segunda. Una vez más, quedaron patentes las carencias que, a día de hoy, tiene el equipo, falto de fondo físico para terminar los partidos con síntomas de poder competirlos. Eso frente a un rival que apenas tres días antes se había vaciado en la Copa del Rey y que puso contra las cuerdas a un rival de Primera División, Osasuna, contra el que acabó cayendo. Toda una lección que muchos deberían aprender.
Un Ceuta que, por ocasiones, pudo incluso haberse llevado un resultado mucho más abultado. Si no lo consiguió fue porque Gillem Molina despejó una ocasión bajo palos; o por la notable actuación del portero Belman, que salvó más de un gol para su conjunto. Y está bien que el guardameta destaque, pero cuando es el mejor de los suyos es que algo no está funcionando como debiera. Y esto no es la primera vez que pasa esta temporada. Sucedió antes con Pep Lluís Martí como técnico y ha pasado ya también con el propio Jémez.
El Ibiza mereció perder y perdió. No lo digo yo, lo dijo su entrenador en rueda de prensa, en la que habló muy clarito, como lo suele hacer. El técnico cordobés también señaló a los suyos por la falta de frescura que hay en los tramos finales de encuentros, en los que cualquier equipo con más ‘punch’ e ímpetu se acaba llevando los puntos. Pasó contra el Murcia y se ha vuelto a ver frente al Ceuta. “Sigo viendo a mi equipo llegar a los minutos finales más cansado de lo que deberíamos. Eso lo tenemos que arreglar”, manifestó un Jémez que también añadió que los suyos no estuvieron a la altura. Y el Jémez más sincero apuntó, por otra parte, que deben “mejorar muchísimo” si quieren tener opciones de ascender. Se puede decir más alto, pero no más claro.
La primera premisa para cambiar las cosas es reconocer dónde están los fallos. Luego, encontrar la disposición y las herramientas para virar el rumbo. Y en eso están en el club de Vila, en el que seguramente tienen ya más que claro que se han equivocado en muchas de las incorporaciones que se llevaron a cabo para confeccionar la plantilla 24-25. Fichajes como los de Mo Dauda, Naranjo y Quique, principalmente, no están a la altura de lo que requiere un equipo que aspira a regresar al fútbol profesional. Tampoco otros que ya estaban en el pasado, y que ya han tenido tiempo más que suficiente para demostrar lo que supuestamente valen. Cada uno que asuma su responsabilidad.
Fuera de análisis futbolísticos sesudos, hay otros factores como el compromiso y la identificación con el club que parecen escasear en un grupo de jugadores que están excesivamente acomodados. Ibiza es una plaza tranquila, incomparable con ciudades con más empaque e historia futbolística como Málaga, La Coruña, Córdoba o Murcia, por citar algunas. La afición ibicenca es dócil y comprensiva, pero no boba. Y se merece algo más después de las desastrosas dos últimas temporadas. Por suerte o por desgracia, los que tiene que dar algo más son los futbolistas, que para eso son los protagonistas de este juego, en lo bueno y en lo malo.
Como Álex Gallar, autor de un golazo que puso por delante a los suyos pero que no acabó sirviendo de nada. Como tampoco valió para nada su gesto, tras el tanto, pidiendo tranquilidad a la parroquia ceutí, que luego acabó celebrando el triunfo con los goles de Aquino, Carlos Hernández y Rodri Ríos. En el Ibiza, que actualmente no está para dar lecciones a nadie, sobran actitudes desafortunadas y falta humildad en algunos de sus integrantes.
El grado de reconocimiento del error del club, en la confección de la plantilla, se verá en el mercado de invierno. En el número de incorporaciones que se hagan. Aunque igual todas las que se quieran hacer no se pueden concretar, por diferentes factores, pero habrá que poner toda la carne en el asador para ello. Porque si se quiere aspirar a lograr el ascenso directo se necesita una reconstrucción de la plantilla. Se requiere gente con hambre de verdad, no jugadores que parecen estar de vuelta y que da la sensación de que han venido a la isla a ganar unos miles de euros (deben cobrar por trabajar, por supuesto), pero que no están correspondiendo en el campo atendiendo a sus sueldos(que sin conocerlos presumo que no son bajos).
Quizás en el club también deben cambiar cosas en la forma de trabajar, en la filosofía estructural de la entidad. Si algo no funciona, a lo mejor también convienen reformas, retoques, en la manera de actuar. De vez en cuando, hacer autocrítica viene bien para cambiar el rumbo de los acontecimientos. A veces es bueno mirarse al espejo y reflexionar. O abrir las ventanas para que entre aire fresco y renovado. Porque en el horizonte está el décimo aniversario de la refundación de la UD Ibiza, de la mano de la familia Salvo en 2015. Y la mejor celebración sería el ascenso a la Segunda División. Regresar al fútbol profesional para seguir creciendo como entidad. Un gran regalo para dirigentes y aficionados del club, que necesita también reconducir las relaciones con el Ayuntamiento de Eivissa y conectar más con la sociedad ibicenca. Demasiados frentes abiertos.
Mientras tanto, en cuanto a lo deportivo se refiere, el Ibiza debe sobrevivir de aquí a 2025. Algeciras (en casa) y Alcorcón (a domicilio) serán los enfrentamientos de los celestes en lo que queda de año. En las manos de los futbolistas está no perder más comba con los puestos de ‘play-off’ de ascenso (actualmente a un punto) y con el líder Antequera (que está a nueve puntos).